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General y Diplomático, Juan Evangelsita Paredes (1866-1922) |
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J. E. Paredes, extremo izquierdo, de pie, cuando estudiaba Contabilidad |
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en Central Valley School, Nueva York
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Estudio escrito por J. E. Paredes, 1912 |
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Philander C. Knox |
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Oradores anti-yankistas, Tegucigalpa, 1911 |
El gobierno hondureño, a través del Ejecutivo, gobernado entonces por el mandatario, Miguel R. Dávila, inició gestiones en Washington para readecuar mediante un préstamo la deuda
contraída durante la administración de José María Medina con bancos ingleses
y franceses para la construcción del ferrocarril interoceánico. Como
resultado de gestiones diplomáticas, la casa financiera estadounidense
Pierpont Morgan and Co., ofrece prestar al gobierno de Dávila diez millones
de dólares para amortizar la deuda. El acuerdo suscrito es conocido como
Convenio Knox-Paredes por el nombre de los representantes norteamericano y
hondureño, Philander Knox y Juan Paredes. Fue rechazado por las legislaturas
de ambos países.
El Tratado Paredes-Knox, por aprobarse
en Enero 26 de 1911, ofrecía una salida. La Banca J. P. Morgan de
Estados Unidos se haría cargo de la deuda y daría satisfacción a los
ingleses. Se impulsaría, hasta llegar de ser posible al Golfo de
Fonseca, la construcción del ferrocarril, dándosele la concesión de su
manejo a la Rosario Mining y a su gerente, don Washington Valentine.
Como garantía para este nuevo pago de la deuda, el gobierno de Honduras
ponía en prenda el ingreso de sus aduanas.
El Departamento de
Estado de los Estados Unidos supervisaría para que Morgan, Valentine y
sobre todo la república hondureña cumplieran con el Tratado. Aunque
auspiciado por su propio gobierno, a las empresas bananeras
norteamericanas que estaban en fase de crecimiento este Tratado les
molestaba.
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Mr. Samuel Zemurray financió la revuelta de Manuel
Bonilla precisamente para evitarle estos contratiempos al emergente
negocio bananero. el Departamento de Estado tuvo que reconocer que Manuel Bonilla y Mr.
Zemurray habían ganado la partida, que no había ambiente entre la clase
política hondureña para un Tratado semejante y que al fin y al cabo la
presencia influyente de los empresarios bananeros en Honduras seguiría
siendo parte feliz de la diplomacia del dólar.