La PC, remodelada, luciendo sus dos torreones nuevos. 1937. |
Su historia se origina en 1876, año en que el presidente Marco Aurelio
Soto ordena su construcción adquiriéndose un predio en el sector
conocido como El Molinón, hoy barrio La Hoya. Su construcción comenzó
hacerse efectiva en 1883 y continua bajo la administración de Luis
Bográn terminándose en 1888. Según el informe anual del ministerio de
Fomento y Obras Publicas de ese mismo año, se invirtieron 30,512.63
pesos.
La primera etapa del complejo carcelario con capacidad de 300 reos, consistía en muralla de barro y bartolina de una planta también de adobe, piso de piedra y techo de madera rústica y teja. A medida que iba creciendo, fueron los mismos reos que se encargaron de remodelar el local. Cada uno de los espacios que ocuparon los reclusos se les denominó “hogares” consistiendo en cinco a seis celdas, organizados por edad y género puesto que también mujeres estaban recluidas en el sitio al igual que la Correccional para Menores. Durante su primer año de operación (1889), la población presidiaria registraba 184 incautos: 167 hombres y 17 mujeres.
Para no descuidar el sustento diario de los confinados, las autoridades penitenciarias se vieron obligadas a utilizar mano de obra de los mismos a fin de cultivar los terrenos disponible dentro del complejo. Se obtenían variedad de legumbres para la venta. La crecida del río Chiquito inundaba los cultivos, entonces los reos construyeron un malecón de piedra de 80 metros de largo en su orilla norte.
Fue hasta la administración de Tiburcio Carias Andino que la Penitenciaría Central fue reconstruida en su totalidad presentando su actual tipología de arquitectura defensiva. La propiedad fue ampliada, extendiendo y amurallando su costado este hacia el barrio La Plazuela. Asimismo, el viejo murallón fue reforzado, se construyeron los torreones, una pequeña capilla de piedra y se le agregó un segundo nivel a la galera original re-bautizándola “nave Carías”. (Scraper City).
La primera etapa del complejo carcelario con capacidad de 300 reos, consistía en muralla de barro y bartolina de una planta también de adobe, piso de piedra y techo de madera rústica y teja. A medida que iba creciendo, fueron los mismos reos que se encargaron de remodelar el local. Cada uno de los espacios que ocuparon los reclusos se les denominó “hogares” consistiendo en cinco a seis celdas, organizados por edad y género puesto que también mujeres estaban recluidas en el sitio al igual que la Correccional para Menores. Durante su primer año de operación (1889), la población presidiaria registraba 184 incautos: 167 hombres y 17 mujeres.
Para no descuidar el sustento diario de los confinados, las autoridades penitenciarias se vieron obligadas a utilizar mano de obra de los mismos a fin de cultivar los terrenos disponible dentro del complejo. Se obtenían variedad de legumbres para la venta. La crecida del río Chiquito inundaba los cultivos, entonces los reos construyeron un malecón de piedra de 80 metros de largo en su orilla norte.
Fue hasta la administración de Tiburcio Carias Andino que la Penitenciaría Central fue reconstruida en su totalidad presentando su actual tipología de arquitectura defensiva. La propiedad fue ampliada, extendiendo y amurallando su costado este hacia el barrio La Plazuela. Asimismo, el viejo murallón fue reforzado, se construyeron los torreones, una pequeña capilla de piedra y se le agregó un segundo nivel a la galera original re-bautizándola “nave Carías”. (Scraper City).
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